Suavecito para abajo, para abajo, para abajo...

¿Qué dirá Fukuyama? ¿Cuál será el Fin de la Historia? Cayó el muro y el capitalismo se encargó de levantar los suyos. Se derrumba en este ciclo un modelo mundial. El seno mismo del capitalismo financiero tambalea con su propia medicina; la misma que durante años nos recetó a los países que nacimos en el tercero de los mundos. Se escuchan voces desde Francia sobre cómo reformular el Capitalismo. Keynes se levanta de la tumba y da algunas indicaciones. Algunos creen que lo entienden. ¿Podrá Keynes? ¿El pueblo estadounidense se encargará de barrer los platos rotos que la especulación financiera privada produjo en Wall Street? ¿Cuántos bancos más se desbancan y caen? ¿Efecto Jazz, Cristina? Los negros pobres y marginados que lo crearon seguramente estarán orgullosos de darle el nombre a una explosión económica que le es ajena.

Un juez y un presidente entendidos en entendimiento humano.

Terminaba el partido de Gimnasia de Jujuy con Argentinos Juniors. –Bolivianos-, le grita el árbitro, Saúl Laverni, a los jugadores del club jujeño que le protestaban. El juez, muchas veces, para no parar en Jujuy por “incomodidad”, se aloja a 100 kilómetros, en Salta, “que tiene vida nocturna”. Un año antes, Laverni, frente a Independiente, le dijo a un jugador jujeño que rezongaba: -cállese, juegue, son bolivianos-. De los dichos del juez se entera el presidente del club, Raúl Ulloa (hermano de Néstor Ulloa, el ex presidente del Fideicomiso Banco Nación, enrolado en el escándalo del caso Skanska). Ulloa lo increpa al árbitro en pleno campo de juego: –no voy a permitir que aquí me llamen boliviano-. Uno se creyó muy vivo intentando humillar, el otro, el defensor de causas perdidas, reconoció la “bajeza” a la que lo asemejaban y así respondió. Ambos estaban convencidos que ser boliviano es un insulto. Como en España, si nos llaman “sudacas”… con todo orgullo.

martes, 5 de agosto de 2008

Sudáfrica: reflejo de una síntesis africana.

Un negro, tantas veces despreciado por el racismo del apartheid, mata a otro negro extranjero, tantas veces despreciado por el racismo de la xenofobia, porque –dicen- los extranjeros vienen a quitarles el trabajo a ellos. El 40 % de la población sudafricana es pobre. La mayoría son negros; todo en virtud de años y años de apartheid, que, aun después de derogado, sigue teniendo consecuencias actuales. Ninguna inocencia tienen los países del primer mundo por esta matanza de gente de Zimbabwe, Zambia o Mozambique. Estas antiguas colonias, convertidas en neocolonias, se hunden aún más en la pobreza que la misma Sudáfrica en virtud de la sobreexplotación de todos sus recursos por parte de multinacionales venidas del Norte, y que, con billete en mano, son todopoderosas y siempre impunes, mientras los pueblos africanos se siguen matando entre ellos; y el mundo sigue mirando, como si de un documental se tratara.