(5 de agosto) Hoy una persona muy confiable me contó lo siguiente. Yo no tuve tiempo de ratificar los datos, salvo el hecho de que Luciano Benjamín Menéndez, y los otros genocidas, sí están solos en un pabellón del penal de Bouwer, en Córdoba. Me contaron, me dijeron, que ellos están solos en ese pabellón a consecuencia de que otros tantos presos han sido sacados de él y relocalizados en otros pabellones, amontonándolos con los otros internos. Hay viejos muy viejos durmiendo en el suelo, culpa de que unos pocos represores andan con privilegios dentro de una cárcel común que les dio el beneficio de tener un pabellón propio a su disposición. Pero los privilegios, me comentaron, no terminan ahí: ellos tienen un menú propio y muy distinto que el de los presos comunes. Su menú es de elite. Pero además lograron que a ellos los visiten los miércoles, para que sus visitantes no se mezclen con la “chusma” que va de jueves a domingos a ver a sus familiares de los pabellones no privilegiados. Sin embargo, el director del Servicio Penitenciario, Juan María Bouvier, admitió que esta visita mimada sólo fue por el miércoles 30 de julio. Claro, el pajarito que me comentó esto, dijo que un millón de veces llamó a radios y diarios para denunciar esto. Sólo oídos sordos lo escucharon en esos ámbitos. ¿Será que la cárcel común dejó de ser tan común para algunos?