(Escrito hace 2 meses). Ochenta mil personas gritaban el ¡Dale Campeón! en el estadio monumental de River Plate. A pocos metros, en la Escuela Mecánica de la Armada (ESMA), otros argentinos vivían la sombra yla tortura. "Por fin el mundo puede ver la verdadera imagen de la Argentina", dijo Havelange, presidente de la FIFA. "Argentina es un país donde reina el orden. Yo no he visto ningún preso político", afirmó Berti Vogs, capitán de la selección alemana. El presidente de la Sociedad Rural, Celedonio Pereda, agradeció al fútbol, porque gracias a él se "acabará con la difamación que los argentinos destacados hacen correr en los medios informativos de occidente". El Almirante Lacoste, que manejó turbiamente y a las balas la millonaria caja que la dictadura destinó al mundial, fue proclamado, al finalizar éste, y como premio por sus buenos servicios, vicepresidente de la FIFA. A la hora de los premios, Holanda se negó a saludar a los jefes de la dictadura. Los genocidas no opinaban lo mismo: En Argentina, somos derechos y humanos, propagandearon... Y la Historia se acordó de los derechos humanos.
martes, 5 de agosto de 2008
Entre el invierno y el infierno: Argentina 78.
Publicadas por Nicolás Galíndez
Etiquetas: Argentina, Derechos Humanos, Historia