Saben de los dobles discursos. Suena cursi decir que la espera desespera, y están hartos de hacerlo. En el norte argentino se vive la mayor sequía del último siglo. El estiaje tiene un responsable y las inundaciones que habrán cuando la lluvia llegue también: el desmonte, promocionado en estos tiempos por “amigos” como Lázaro Báez y Eurnekián, pero que también viene de presidencias anteriores. El gobierno, que se jacta de su intervencionismo estatal, está ausente e hipoacúsico. Quienes no han sabido levantar el velo de la Sociedad Rural que impuso el gobierno, negando a los pequeños productores, siguen ninguneando a la realidad y continúan enceguecidos con que las bases del campo no tienen ningún poder sobre el gran capital de la SRA (una subestimación que sorprende en sectores progresistas). El gobierno logró lo suyo: dividió a los sectores populares, e incluso logró que se partiera Proyecto Sur, la agrupación de Pino Solanas –que también apoyó a los pequeños productores-, mientras lamentablemente algunos de sus militantes, confundidos políticamente, abandonaron sus filas obnubilados por la SRA, a pesar de los pequeños productores y de la realidad real (que confluyen en esa inmensa corriente de gente de campo).
Mientras, la plata que se decía iba a ir a la “mesa de los argentinos y a la redistribución de las riquezas”, se la destina a los bonos en defalut, al Club de París, y a los subsidios a las grandes empresas amigas. Las inversiones en escuelas y salud se las hizo depender monstruosamente de los beneficios de las retenciones móviles (sólo lo que superaba el 35% de la derogada resolución 125); y eso aplaudieron sectores que se dicen “progres”. La salud está enferma y la educación no educa y el presupuesto destinado a ellos es paupérrimo. La doble lengua, que varias veces hemos denunciado, sigue hablando y diciendo, confundiendo y partiendo, balbuceando palabras que bendicen lo irreal.
Las bases del campo presionan a la Mesa de Enlace, que trata de apaciguar una llama que arde cada vez más y que ellos no pueden controlar. Las decisiones se toman abajo, no arriba, y estas son palabras del barro.
Mientras, la plata que se decía iba a ir a la “mesa de los argentinos y a la redistribución de las riquezas”, se la destina a los bonos en defalut, al Club de París, y a los subsidios a las grandes empresas amigas. Las inversiones en escuelas y salud se las hizo depender monstruosamente de los beneficios de las retenciones móviles (sólo lo que superaba el 35% de la derogada resolución 125); y eso aplaudieron sectores que se dicen “progres”. La salud está enferma y la educación no educa y el presupuesto destinado a ellos es paupérrimo. La doble lengua, que varias veces hemos denunciado, sigue hablando y diciendo, confundiendo y partiendo, balbuceando palabras que bendicen lo irreal.
Las bases del campo presionan a la Mesa de Enlace, que trata de apaciguar una llama que arde cada vez más y que ellos no pueden controlar. Las decisiones se toman abajo, no arriba, y estas son palabras del barro.