Suavecito para abajo, para abajo, para abajo...

¿Qué dirá Fukuyama? ¿Cuál será el Fin de la Historia? Cayó el muro y el capitalismo se encargó de levantar los suyos. Se derrumba en este ciclo un modelo mundial. El seno mismo del capitalismo financiero tambalea con su propia medicina; la misma que durante años nos recetó a los países que nacimos en el tercero de los mundos. Se escuchan voces desde Francia sobre cómo reformular el Capitalismo. Keynes se levanta de la tumba y da algunas indicaciones. Algunos creen que lo entienden. ¿Podrá Keynes? ¿El pueblo estadounidense se encargará de barrer los platos rotos que la especulación financiera privada produjo en Wall Street? ¿Cuántos bancos más se desbancan y caen? ¿Efecto Jazz, Cristina? Los negros pobres y marginados que lo crearon seguramente estarán orgullosos de darle el nombre a una explosión económica que le es ajena.

Un juez y un presidente entendidos en entendimiento humano.

Terminaba el partido de Gimnasia de Jujuy con Argentinos Juniors. –Bolivianos-, le grita el árbitro, Saúl Laverni, a los jugadores del club jujeño que le protestaban. El juez, muchas veces, para no parar en Jujuy por “incomodidad”, se aloja a 100 kilómetros, en Salta, “que tiene vida nocturna”. Un año antes, Laverni, frente a Independiente, le dijo a un jugador jujeño que rezongaba: -cállese, juegue, son bolivianos-. De los dichos del juez se entera el presidente del club, Raúl Ulloa (hermano de Néstor Ulloa, el ex presidente del Fideicomiso Banco Nación, enrolado en el escándalo del caso Skanska). Ulloa lo increpa al árbitro en pleno campo de juego: –no voy a permitir que aquí me llamen boliviano-. Uno se creyó muy vivo intentando humillar, el otro, el defensor de causas perdidas, reconoció la “bajeza” a la que lo asemejaban y así respondió. Ambos estaban convencidos que ser boliviano es un insulto. Como en España, si nos llaman “sudacas”… con todo orgullo.

jueves, 11 de septiembre de 2008

Escarcha en el fuego.

(6 de agosto) La esquizofrenia del clima demuestra sus locas aventuras, y su ira también. Hace cuatro días en Córdoba hacían 35º. -Hoy es mi día-, dijo un tal piromaniaco, y parió al fuego. Siete días y siete noches desvelados ante el sol más nocturno que escupe cenizas al cielo, y éste, desagradecido, la devuelve al suelo en las ciudades. Las llamas se hacen más inmensas a cada hora, y el incendio no reconoce rivales, porque hasta el gobierno nacional ni pelea le dio. -Ni la lluvia podrá parar este averno-, dijo un campesino de tierras teñidas de negro y cortinas de humo que decoran el horizonte. Tenía razón: no la lluvia, sino el hielo. El asesino del fuego fue la nieve, una de las más copiosas de los últimos años. Hace 4 días hacían 35º, mientras que éste, el peor incendio que yo me acuerde –en Córdoba- duró 7 días (o más). Hoy manda la escarcha donde una vez bailó el fuego.