Suavecito para abajo, para abajo, para abajo...

¿Qué dirá Fukuyama? ¿Cuál será el Fin de la Historia? Cayó el muro y el capitalismo se encargó de levantar los suyos. Se derrumba en este ciclo un modelo mundial. El seno mismo del capitalismo financiero tambalea con su propia medicina; la misma que durante años nos recetó a los países que nacimos en el tercero de los mundos. Se escuchan voces desde Francia sobre cómo reformular el Capitalismo. Keynes se levanta de la tumba y da algunas indicaciones. Algunos creen que lo entienden. ¿Podrá Keynes? ¿El pueblo estadounidense se encargará de barrer los platos rotos que la especulación financiera privada produjo en Wall Street? ¿Cuántos bancos más se desbancan y caen? ¿Efecto Jazz, Cristina? Los negros pobres y marginados que lo crearon seguramente estarán orgullosos de darle el nombre a una explosión económica que le es ajena.

Un juez y un presidente entendidos en entendimiento humano.

Terminaba el partido de Gimnasia de Jujuy con Argentinos Juniors. –Bolivianos-, le grita el árbitro, Saúl Laverni, a los jugadores del club jujeño que le protestaban. El juez, muchas veces, para no parar en Jujuy por “incomodidad”, se aloja a 100 kilómetros, en Salta, “que tiene vida nocturna”. Un año antes, Laverni, frente a Independiente, le dijo a un jugador jujeño que rezongaba: -cállese, juegue, son bolivianos-. De los dichos del juez se entera el presidente del club, Raúl Ulloa (hermano de Néstor Ulloa, el ex presidente del Fideicomiso Banco Nación, enrolado en el escándalo del caso Skanska). Ulloa lo increpa al árbitro en pleno campo de juego: –no voy a permitir que aquí me llamen boliviano-. Uno se creyó muy vivo intentando humillar, el otro, el defensor de causas perdidas, reconoció la “bajeza” a la que lo asemejaban y así respondió. Ambos estaban convencidos que ser boliviano es un insulto. Como en España, si nos llaman “sudacas”… con todo orgullo.

martes, 13 de mayo de 2008

Frente Nacional Campesino: de los errores se aprende.

Muy pocas palabras sobre los errores del gobierno dijo el Frente Nacional Campesino en un documento del 17 de abril de este año. Se conformó esta unión durante la crisis del campo. Ellos representan a organizaciones campesinas, pueblos originarios, agricultores familiares y trabajadores de la tierra, y afirman no sentirse representados por ninguna entidad. El documento tiene seis ítems y nunca nombran a los Kirchner.

Lo primero que hacen es culpar al campo del desabastecimiento, tragándose el discurso del matrimonio presidencial. Me extraña que grupos que conforman este Frente, que muchas veces cortaron la ruta -en legítimo derecho-, salgan con algo así, desviando el eje, como si el gobierno nada de culpa tuviera con su silencio ante los reclamos, con su doble discurso, con sus políticas que benefician a unos pocos amigos (Urquía, Blaquier, Grobocopatel, Cargill, Bunge, etc.), mientras que son los mismos miembros del Frente los que se perjudican con este modelo. Cuántas veces ellos mismos dijeron que en este país los gobernantes no te escuchan si no hacés algo que les llame la atención. Los cortes de ruta son casi siempre la última vía para torcerle el brazo a un gobierno que nada de popular tiene y siempre hace oídos sordos ante un reclamo sin cámaras.

Después indican muchas cosas con las que estoy de acuerdo: afirman que hay una concentración de las riquezas –producto del modelo concentrador de las tierras-, hablan del monopolio de las corporaciones transnacionales, de la defensa de los recursos naturales y, por sobre todas las cosas, se pronuncian por la reforma agraria. Si bien no lo dicen, ellos deberían estar de acuerdo con que este gobierno fue el principal impulsor de la sojización del país –creció casi un 100% el cultivo de la soja durante el gobierno de los Kirchner- (y hoy el matrimonio sale con un doble discurso a decir que hay que desojizar nuestras tierras, cuando al mismo tiempo mandan al matadero a miles de vacas lecheras, a sus tamberos, y a la carne y a sus productores). También deberían estar de acuerdo con que las retenciones deben ser coparticipadas. Hoy el gobierno no las reparte entre las provincias y municipios y las usa para comprar gobernadores e intendentes (me refiero al “pacto social” de Cristina). Tampoco las retenciones son diferenciales. Con esto no le decimos “no a las retenciones”, como la Sociedad Rural lo plantea, sino que afirmamos que las retenciones deben ser mayores para los grandes terratenientes (o sea, para los miembros de la Sociedad Rural), y menores para los pequeños productores. Hoy les cobra igual a todos. En Argentina, sólo el 4% de los productores agropecuarios originan el 60% de la producción del país. Un verdadero monopolio cuyos representantes están, en su mayoría, enrolados en la Sociedad Rural, la cual no participa en el paro meramente por las retenciones, sino porque el gobierno decidió que de la oligarquía, sean ellos los que pongan la plata para abastecer al Banco Central ante la crisis mundial. Por eso, no nos quedamos ahí, y planteamos también la Reforma Agraria, miles de nuevas chacras para los campesinos; punto en el que coincidimos con el Frente Campesino. Este gobierno tiene el 80% de las minas privatizadas, y el 100% del petróleo está en manos también privadas, continuando las políticas de Menem, y lo está regalando hasta que se agoten las reservas, aplicándoles bajísimos impuestos –por no decir “nada”-. A ellos, puros beneficios, para que vengan, devoren, digan gracias por todo, y se vayan con la panza llena de “desarrollo”. Este es el gobierno “popular” de Cristina.

Muy crítico con este gobierno es el representante de una de las agrupaciones enroladas en este Frente Campesino, el apoderado de la Tupaj Katary de Jujuy, Carlos “Perro” Santillán. Son muy acertadas muchas de sus opiniones, dándole duros mazazos a los Kirchner, por donde sea y en donde sea, con grandes razones. A su vez, critica a la Federación Agraria porque –dice- se “alió con la Sociedad Rural”. Sin embargo, el Frente Campesino del que su agrupación forma parte, va a la Casa Rosada y presenta su ¡¡“APOYO CRÍTICO AL OFICIALISMO”!!. Esto es una clara contradicción, pues se cansó de reprender al gobierno y después se alía con él, desviando el eje hacia al campo y dándole una manito de apoyo al mismo gobierno que los perjudica en todas sus políticas. Lo coherente hubiera sido sumarse al paro, para torcerle el brazo a Cristina y desnudar su verdadera economía (que de popular no tiene nada), planteando la Reforma Agraria –algo con lo que la Sociedad Rural, evidentemente, no está de acuerdo-, tratando de discutir e intentando hacer hegemonizar su postura en esta crisis. Seguramente, un gran frente único podría haber practicado con la Federación Agraria. Hoy están, sorprendentemente, en la otra vereda; podrían estar al lado. Un error político del que –espero- se aprenda en el futuro.