¿Por qué no te callas?, dijo el monarca al que nadie eligió. ¿Que no es Aznar un facista? Pregúntenle al pueblo de Irak. ¿Respeto a un genocida? Allá las investiduras de un sistema que modera cuando conviene; y cuando no, lo manda a callar o a matar, o a apoyar golpes de estado, o a tutearse con Bush y Blair y las balas de plomo, ignorancia y papel incrustadas en los pechos de quienes luchan contra un poder "libertador" que niega la libertad. Allá la prensa que ignora la independencia. Aquí los que no se acostumbran a las buenas costumbres. Allá Ménem, un facista. Allá Aznar. Allá el rey, legatario de bastos y de espadas, heredero de la sangre de la sangre de la sangre de un Dios agonizante; ciego de ojos esquivos a quien la democracia nunca miró.
.
La Historia Molesta
.
Seré blasfemo al decir que la realidad fue y es una sola. Que la Historia depende de quien la escriba. Que, usualmente, los ninguneados terminan siendo los diablos, la escoria de un tirano venido a menos por la magnánima actitud de un héroe gigantesco (criado afuera). Escriban esa historia. Cuéntensela a sus hijos. La del leviatán vestido de rojo. La de un príncipe que defendió los intereses de su tierra. La de un demonio opresor. Un Lucifer calamitoso. Tan ruin que alzó su voz el noble rey coronado por el fuego. La historia del príncipe que se atrevió a pelear contra el dragón que escupe serpientes. Este David de cada día, que con su honda anda matando Goliats. Escríbanle a esa América bárbara lo que debe decir su Historia. Que vean que a la Vieja Europa no se le discute lo que el príncipe antecesor, con tono ameno, amenazó. Que sus empresas son la fuente del desarrollo. Que no haya prólogo que se olvide de la antidemocracia interna de un país masoquista que anda eligiendo a cada rato las letras que quiere leer; de la democracia externa de los gobiernos, los diarios, las líneas y la opinión que la alimentan para engordarla hasta la obesidad, tratando de establecer lo que debe ser, porque siempre fue. Díganle a sus nietos que el fantoche que suelta fuego de la boca, el dictador que se atrevió a discutir las instituciones, el penoso mulato que anda quitando libertades, desafiando al pasado por traidor, no quiso, no quiere, y no pretende ser el testador, como lo han hecho antes, de las propias riquezas que algún pirata olvidadizo vendió. Relátenles que entre el prefacio y el índice andan los eximios literatos escribiendo la Historia del bien y del mal, de un cuento que nunca vivieron, que nunca sufrieron, que nunca supieron, que nunca existió. Que se asienten en las páginas de los libros los intereses de los memoriosos que apuntan las evidencias. Háganle el favor a la veracidad.
Pero resáltenle esta salvedad: que hay algunos que no fueron cómplices de ese relato. Que prefirieron lo que de la otra orilla han tildado de fantasía, de ficción: la verdad enterrada. Cuéntenles que por ahí anda otra Historia, tratando de no pedir disculpas por molestar.
Pero resáltenle esta salvedad: que hay algunos que no fueron cómplices de ese relato. Que prefirieron lo que de la otra orilla han tildado de fantasía, de ficción: la verdad enterrada. Cuéntenles que por ahí anda otra Historia, tratando de no pedir disculpas por molestar.