Si así no lo hiciereis, que la impunidad no os lo demande. No acusamos síndrome de Estocolmo ante estos secuestradores de lo nuestro. Cristina, Néstor, Julio y Eduardo. La que es, el que fue, el segundo y el tercero. Maravillosa foto de la indiscreción. Perpetua y sublime; tristemente demagoga. Archivo de la historia de una unión que perdurará por lo siglos de los siglos, amén. Cuadro frenético del oscurantismo de un país en el que los gobernantes se amparan en inmunidades y privilegios mitad feudales, mitad ficción. Eminente receta embaucadora y halagüeña que otorgaron, en complicidad, los constituyentes modernos, para hacer y deshacer con los negocios del Estado lo que el ocio de los políticos decida. Ilustrado mandato de una minoría, jamás escuchado en los tribunales del cielo. Al mismo tiempo, más cerca del infierno que de la tierra, andan los trabajadores pidiendo por el pan y los peces. Santo Evangelio que en tu nombre han jurado y perjurado. Maldita Patria, sedienta de presupuestos para todo, que pide de todo para no perder el techo, el plato, ni la cordura de la bronca de tener bronca ante la hipoacusia de quienes sólo usan la boca para morder y los ojos para mandar a cegar, disparar y llorar ante una canción de protesta y memoria. ¡Mero histrionismo y elocuencia adulona! Todavía están desaparecidos los desaparecidos y, también todavía, la mayoría de los señores del plomo trajinan en sus casas con miradas de sombras, bien tapados bajo la manta de una lista fotofóbica. Aún andan miles y millones levantando el velo de unos números comprados a menor precio del que realmente salieron. Desesperanza de una fórmula mal criada, mal regada, mal teñida de progresos. Que Dios y, en su seguro defecto, la Patria y la Historia os lo demanden.
lunes, 10 de diciembre de 2007
Juráis por Dios y por la Patria...
Publicadas por Nicolás Galíndez
Etiquetas: Argentina, Elecciones, Kirchner