No es que está mal el hecho de retener, sino la forma en que lo hace y para qué lo hace. En la santa gracia del principio de igualdad, las retenciones son iguales para todos: grandes, medianos y pequeños pagan lo mismo, cuando la equidad afirma lo diferente: mientras más grande más retención –así debería ser, pero no lo es-. Se pisan las banderas, la pacha misma empieza a hablar en otras lenguas. Nuestra tierra aprende inglés, francés, ruso o chino, más rápido de lo que una brote tarda en ser arrancado de sus raíces. Son los de afuera, o los grandes terratenientes, como los Anchorena, Álzaga, Unzué, de la burguesía intermediaria o de capa superior, los que se llenan los bolsillos y a los que los beneficia cualquier cosa: o que le bajen las retenciones, o que sigan así para poder comprar las chacras de los campesinos venidos a la quiebra. Son estos grandes latifundistas los que también alquilan las tierras a los pequeños productores, a precios módicamente voladores. Urquía, y su superpoderosa aceitera General Deheza, es un tema aparte y particular, con su aduana propia, su subvencionado ferrocarril directo al puerto de Bs.As., y su puesto en el Congreso Nacional por el Frente Para la Victoria. Así cualquiera.
Los K no tardaron en hablar de la tan ansiada “distribución de las riquezas”. En el tema tributario, se afirma que a la nación, en su caso, le puede servir retener ganancias de una provincia rica para darle una parte a las provincias más pobres, logrando así una distribución equitativa de las riquezas. De esto es de lo que se agarran Cristina y sus agrupaciones Libres del Sur o Barrios de Pie. Pero tanto se jactó de la Sinceridad, que hasta esta cualidad se asustó y faltó a la cita. Cristina no retiene para redistribuir en las provincias. ¡Las retenciones, con los K, no son coparticipables! Esto le sirve para tener bien cortitos a los gobernadores e intendentes títeres. Si quieren plata, que preparen la lengua y la minifalda para hablar con los Kirchner. Es aquél viejo Pacto Social que anunció en su campaña: o están con nosotros, o lo compramos para que estén con nosotros, o los molemos a palos –con nuestras patotas pagas- para que estén con nosotros. Las provincias reciben poco o nada de estas retenciones. Si algo logran arrancarle a los K, es porque hablaron con De Vido, para hacer una de sus célebres obras públicas, en donde la inflación parece caerle muy bien a este ministro: sus obras valen mucho más de lo que en realidad salen. Nada invierten en educación, en salud, en hospitales o escuelas. Nada vuelve al campo. Las subvenciones a los ganaderos o tamberos son mínimas, y sólo para algunos pocos amigos suyos de Buenos Aires, para callar al grupo Clarín y a los grandes medios de desinformación. ¿El interior?, ¡mal, gracias! Las retenciones son una puja llevada a cabo desde Francia por el Club de París. Claro, para pagarles la deuda ilegítima que tenemos con ellos. Se beneficia Dreyfus, y la futura concesionaria del Tren Bala, que con el presupuesto de esa obra podríamos poner en funcionamiento todas las vías férreas del país. Pero no, Cristina viajó por el mundo antes de las elecciones haciendo algunos arreglitos que ahora debe pagar.
El campo está rebelado y no es que sean los nostálgicos de la dictadura los que apoyan esta causa, como insinuó la señora K (si yo veo a Cecilia Pando esténse seguros que algo le digo) ¡Vil maniobra pseudo política para correr el eje de la discusión! Se nota y se siente lo poco que escuchan al pueblo, y cómo intentan dividirlo con mentiras o hechos meramente aislados. Se evidencia su vista de cíclope: su ojo único no le permite ver más que una única realidad: la de la mentira y el doble discurso. Raros bichos son estos Kirchner: con un solo ojo y dos lenguas y una cola que se mueve en vaivenes cuando el capitalismo francés, español, ruso o chino (no me equivoco cuando hablo de capitalismo chino) se babean por nuestras tierras. Argentina no es ningún país libre con esta política. Argentina sigue siendo un país oprimido. Si tanto quieren recaudar, ¿por qué en vez de cagar a los pequeños y medianos campesinos -evitando hablar de la reforma agraria que tanto pánico les da-, no nacionalizan el petróleo, el gas y las minas? Por qué no le cobran más impuestos a la Bridas, a la British, a la Barrik, a Telefónica, a Telecom, y a todas las grandes multinacionales. ¡Por supuesto que no! Semejante blasfemia al dios de las inversiones puede llevar a que el país sea independiente.
En fin, ella dijo una frase que no importó mucho a los medios, pero que grabadas están: “yo no estoy en contra de los pooles, porque este es el capitalismo y la rentabilidad”. Dicho esto, no queda nada más que aclarar sobre el lado en el que camina Cristina. Gobierna para unos pocos.