Fidel anunció que no volverá a sus funciones. El mundo opinó. Lo cierto es que en Cuba hacen falta cambios –como lo reconocen los mismos Castro-, pero dentro de la revolución, defendiéndola a rajatabla. Tuvo que salir del trauma de la caída de Berlín. Sobrevivió al fin de la historia. Padeció el bloqueo de EEUU y de los países títeres latinoamericanos (que desarrollaron el neoliberalismo, bajo dictaduras y “democracias”). Desde Miami quieren que vuelva a ser el prostíbulo yanqui. El socialismo quiere que sea un socialismo a la no sé qué, pues ya no entiendo (es una forma de decirlo) a los socialistas brasileños, chilenos y españoles, que le hacen el juego a los grandes empresarios; y menos mal que así no lo será. De la China que tiene el nombre de comunista pero es capitalista, Cuba debe tener cuidado. Del capitalismo de Estado, en un avance dialéctico hacia la superación de las contradicciones internas. Mala noticia para los vendedores de noticias: no habrá perestroika. Esa islita, que eleva la voz frente a las orillas yanquis, tiene revolución para rato.