Las sospechas del acuerdo entre Kirchner y Tabaré salieron a la luz. Los griegos afirmaban que Apolo, enamorado, le había dado a Casandra el don de adivinar el futuro. Pero ella le negó su amor. Por eso, Apolo decidió volver inútil el poder que le había otorgado: las profecías que dé Casandra, desde entonces, no serán creídas por nadie. Desde ahí, su voz, eterno son que grita verdades, sería ridiculizada y descreída ante cada vaticinio. Y así fue. Y así es.
Mucho se dijo de que los presidentes de Uruguay y Argentina habían llegado a un acuerdo: que Botnia no empiece a funcionar sino hasta después de las elecciones en nuestro país. El abrir las papeleras antes de los comicios electorales, podría haberle jugado muy mal a Cristina. Esta locura, descreída ayer por muchos, corolario del Complejo de Casandra, es la realidad que hoy nos pesa. El jueves 1° de Noviembre, sólo 4 días después del sufragio, Tabaré decreta la puesta en funcionamiento de la pastera, que ya estaba en condiciones de operar en Octubre, antes del voto argentino (pero que en pocas horas fue prorrogada por una semana por la mediación del Rey de España). En medio de la Cumbre Iberoamericana, el premier Uruguayo, que hace rato anda haciendo papelones con su lado derecho de las ideas, dispuso la puesta en funcionamiento definitiva de la multinacional finlandesa.
Falta ver la contraprestación Argentina por semejante amabilidad uruguaya (con Kirchner, no con el pueblo) en no abrir la pastera sino hasta Noviembre. ¿Qué concesiones hizo K para que esto ocurra? El tiempo lo dirá.
Por su parte, Tabaré comparó el corte de ruta de los asambleístas de Gualeguaychú, con el bloqueo yanqui al pueblo cubano. Es lógico que ya no sabe hacia dónde disparar; que sus ideas pre-presidenciales se fueron por el inodoro; que no se ponga firme contra los aprietes de la derecha Uruguaya; que se acerque a EEUU con el fin de negociar un TLC; que ponga a las Fuerzas Armadas de su país a defender una multinacional extranjera; que convierta a la más oriental de las naciones americanas en el centro mundial de producción de pasta de celulosa, una de las industrias más contaminantes que existen; y ahora quita el eje de la discusión, amparándose en un falaz bloqueo al pueblo uruguayo por parte de un pueblo entrerriano que supo levantarse –a pesar de la falta de apoyo de su gobernador y del presidente- para defender intereses basados en derechos humanos, por sobre cualquier interés capitalista que beneficia a unos pocos y perjudica a unos muchos. Así estamos.
Mucho se dijo de que los presidentes de Uruguay y Argentina habían llegado a un acuerdo: que Botnia no empiece a funcionar sino hasta después de las elecciones en nuestro país. El abrir las papeleras antes de los comicios electorales, podría haberle jugado muy mal a Cristina. Esta locura, descreída ayer por muchos, corolario del Complejo de Casandra, es la realidad que hoy nos pesa. El jueves 1° de Noviembre, sólo 4 días después del sufragio, Tabaré decreta la puesta en funcionamiento de la pastera, que ya estaba en condiciones de operar en Octubre, antes del voto argentino (pero que en pocas horas fue prorrogada por una semana por la mediación del Rey de España). En medio de la Cumbre Iberoamericana, el premier Uruguayo, que hace rato anda haciendo papelones con su lado derecho de las ideas, dispuso la puesta en funcionamiento definitiva de la multinacional finlandesa.
Falta ver la contraprestación Argentina por semejante amabilidad uruguaya (con Kirchner, no con el pueblo) en no abrir la pastera sino hasta Noviembre. ¿Qué concesiones hizo K para que esto ocurra? El tiempo lo dirá.
Por su parte, Tabaré comparó el corte de ruta de los asambleístas de Gualeguaychú, con el bloqueo yanqui al pueblo cubano. Es lógico que ya no sabe hacia dónde disparar; que sus ideas pre-presidenciales se fueron por el inodoro; que no se ponga firme contra los aprietes de la derecha Uruguaya; que se acerque a EEUU con el fin de negociar un TLC; que ponga a las Fuerzas Armadas de su país a defender una multinacional extranjera; que convierta a la más oriental de las naciones americanas en el centro mundial de producción de pasta de celulosa, una de las industrias más contaminantes que existen; y ahora quita el eje de la discusión, amparándose en un falaz bloqueo al pueblo uruguayo por parte de un pueblo entrerriano que supo levantarse –a pesar de la falta de apoyo de su gobernador y del presidente- para defender intereses basados en derechos humanos, por sobre cualquier interés capitalista que beneficia a unos pocos y perjudica a unos muchos. Así estamos.
.
Aunque esta verdad sufra del Complejo de Casandra y el gobierno Uruguayo no quiera creer, no nos cansaremos de decir que Botnia, como cualquier pastera, contamina; y que la lucha de la Asamblea de Gualeguaychú es legítima, pues se ampara en distintos tratados de derechos humanos (que protegen la vida, el uso racional de los recursos, el medio ambiente sano, para nosotros y para las generaciones futuras, que desde hoy, antes de ser, reclaman su derecho a no tener sed y a no pagar por respirar).