Suavecito para abajo, para abajo, para abajo...

¿Qué dirá Fukuyama? ¿Cuál será el Fin de la Historia? Cayó el muro y el capitalismo se encargó de levantar los suyos. Se derrumba en este ciclo un modelo mundial. El seno mismo del capitalismo financiero tambalea con su propia medicina; la misma que durante años nos recetó a los países que nacimos en el tercero de los mundos. Se escuchan voces desde Francia sobre cómo reformular el Capitalismo. Keynes se levanta de la tumba y da algunas indicaciones. Algunos creen que lo entienden. ¿Podrá Keynes? ¿El pueblo estadounidense se encargará de barrer los platos rotos que la especulación financiera privada produjo en Wall Street? ¿Cuántos bancos más se desbancan y caen? ¿Efecto Jazz, Cristina? Los negros pobres y marginados que lo crearon seguramente estarán orgullosos de darle el nombre a una explosión económica que le es ajena.

Un juez y un presidente entendidos en entendimiento humano.

Terminaba el partido de Gimnasia de Jujuy con Argentinos Juniors. –Bolivianos-, le grita el árbitro, Saúl Laverni, a los jugadores del club jujeño que le protestaban. El juez, muchas veces, para no parar en Jujuy por “incomodidad”, se aloja a 100 kilómetros, en Salta, “que tiene vida nocturna”. Un año antes, Laverni, frente a Independiente, le dijo a un jugador jujeño que rezongaba: -cállese, juegue, son bolivianos-. De los dichos del juez se entera el presidente del club, Raúl Ulloa (hermano de Néstor Ulloa, el ex presidente del Fideicomiso Banco Nación, enrolado en el escándalo del caso Skanska). Ulloa lo increpa al árbitro en pleno campo de juego: –no voy a permitir que aquí me llamen boliviano-. Uno se creyó muy vivo intentando humillar, el otro, el defensor de causas perdidas, reconoció la “bajeza” a la que lo asemejaban y así respondió. Ambos estaban convencidos que ser boliviano es un insulto. Como en España, si nos llaman “sudacas”… con todo orgullo.

sábado, 16 de febrero de 2008

Córdoba, ojos abiertos.

Córdoba se puso de pie porque a pie la querían dejar. El intendente Giacomino -léase Ya Camino- (del partido de Luis Juez), propuso elevar el cospel del transporte público a $1,60, el más caro del país. Una vez más, los hijos del cordobazo hemos salido a las calles para mostrar la diferencia: el transporte es un derecho, no un negocio de las privatizadas. La Federación de empresarios del transporte (FETAP) viene presionado día a día para subir el precio del pasaje: "debería estar a $2,50", dijeron. El sistema es sumamaente deficitario, siguen afirmando los empresarios, quienes aparentemente prestan el servicio por caridad. Así, bien al estilo neoliberal, intentaron que el beneficio de las empresas sea a costa del bolsillo del pueblo, quien está harto de ser su caja de ahorro.
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En la sesión, a la que algunos pocos tuvimos acceso, a pesar de que debía ser pública, el concejal giacominista Oscar Arias fue el primero en votar por la suba. Sorprendentemente, Arias es el fundador de la entrañable Fundación La luciérnaga, que tanto ayuda a los chicos de la calle. Dándole la espalda a los mismos jóvenes que día a día se rompen el lomo para llevar adelante "la luci", Arias estuvo del lado de que los pobres paguen más por su derecho a trasladarse. "Ahora estoy en un plan político", nos dijo para excusarse, demostrando que en esa política andan peces flotando panza arriba.
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Del mismo modo votó la concejal Marta Juárez, del movimineto kirchnerista Libres del Sur. Marta Juárez es una dirigente barrial y presidenta de una red de comedores solidarios. Así, traicionó a la gente que dice defender (supogo que le vino una "orden desde arriba"). Su gente fue la que quería patotarme si no dejaba de filmar. Como al kirchnerismo lo escucho, pero no le hago caso, seguí ahí, constante, retratando en imágenes lo que los Kirchner odian. "Libres del Sur" dicen ser. Pero, ¿Libres de quién?
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Por el contrario, la concejal giacominista Teresa Saravia, nacida y criada en una villa, votó por la negativa, poniendo al oficialismo en minoría, desaprobando así al cospelazo. Los giacoministas dijeron que ella sufrió gaves presiones de la gente que logró entrar al Concejo Deliberante, porque en las reuniones de bloque Saravia había afirmado que iría por la suba del boleto. Ella, sin embargo, afirmó que votó a conciencia, sabiendo de dónde venía y a quiénes representaba. A pesar de esto, nadie de la oposición habló siquiera de pasada del boleto estudiantil o de pedirle los libros de comercio a los empresarios del transporte.
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Al tanto, del otro lado de las puertas del Concejo, la policía provincial reprimía a quienes se manifestaron en contra del aumento y no pudieron entrar a ver la sesión. Los canas no portaban identificación, de ahí que algunos allegados míos supusieron que iban a haber palos y gomas. Muchos de los medios de información culparon a la movilización por la violencia. Nada más concientemente preparado para desprestigiar el éxito de la movilización popular.
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Con las venas infladas quedó la FETAP. Con cara de preocupación el giacominismo. Mal parada está Cristina. Y el pueblo, de a pie, consiguió que no le metan la mano en la lata.